Cómo influye una dislalia en el aprendizaje de la escritura

Escribir no es otra cosa que representar mediante signos gráficos el habla y, al igual que en ésta, tenemos que planificar lo que queremos decir, construir estructuras sintácticas, buscar las palabras adecuadas, realizar los movimientos musculares necesarios para expresar mediante sonidos el mensaje, etc. Para ello, los niños pasan por una serie de etapas de aprendizaje de la escritura: 1) aprender a segmentar el habla en distintas unidades discretas (primero sílabas, después fonemas), 2) convertir los sonidos del habla en signos gráficos y 3) aprender las reglas ortográficas de las palabras.

En este caso, vamos a centrarnos en la segunda etapa, pues una de las dificultades que se encuentran los niños con problemas de articulación cuando comienzan a escribir es el aprendizaje de la relación entre los sonidos del habla y los signos gráficos, o lo que es lo mismo, las reglas de correspondencia fonema a grafema.

Una vez que el niño es capaz de aislar los sonidos del habla, tiene que conocer cómo se representan gráficamente, asociando cada sonido a un signo gráfico que ha sido elegido arbitrariamente (las letras del abecedario). Los fracasos en esta etapa suelen manifestarse en la confusión de algunos grafemas. En ese nivel, los niños todavía no conocen bien las reglas fonema-grafema, por lo que realizan sustituciones de unos grafemas por otros. Generalmente, donde más problemas suelen aparecer es en las reglas en las que a un sonido corresponde más de un grafema (g, j, c, q, z).

Imaginen cuando un niño, además, presenta dificultades para la pronunciación de un sonido concreto, estos problemas de asociación fonema-grafema pueden agravarse todavía más. Por ejemplo, si el niño sustituye el sonido /s/ por /z/ cuando habla (lo que conocemos como “ceceo”), no encontrará diferencias entre las palabras que contienen /s/ y las palabras que contienen /z/, por lo que le resultará más difícil la conversión fonema-grafema en la escritura.

En resumen, cuando un niño presenta alteraciones en la pronunciación de los sonidos (lo que conocemos como “dislalias”) y se encuentra en el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura, los fonemas que omite, sustituye, inserta o distorsiona puede que se vean reflejados gráficamente a la hora de escribir, ya que para la conversión del fonema en grafema, el componente fonético-fonológico del lenguaje es el de mayor importancia. Como consecuencia, la consolidación de la lecto-escritura del niño con problemas en el habla será más dificultosa que en el resto de niños.

Por esta razón, una intervención temprana en los trastornos de articulación permite al niño una mejor iniciación lecto-escritora, mejorando así su desarrollo académico, crecimiento personal y motivación por descubrir el magnífico mundo de las letras.

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