El juego simbólico en el desarrollo de los niños

Los niños están inmersos en un mundo de sensaciones y experiencias que asimilan y almacenan mientras crecen. Para ellos, todo es nuevo y sorprendente, por lo que es importante proporcionarles el tiempo suficiente y necesario para jugar y experimentar, ya que mediante el juego simbólico los niños pasan de ser espectadores de la realidad a ser los auténticos protagonistas.

¿Qué es el juego simbólico?

El juego simbólico es aquel que consiste en simular situaciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego. Es, por tanto, un marco lúdico donde se manifiestan y exteriorizan las experiencias sociales y personales, considerado también un signo precoz de la capacidad comunicativa y subjetiva de los niños pequeños, pues el dominio de las interacciones sociales se basa en la capacidad para entender y leer el pensamiento, predecir conductas y adecuar las acciones propias a situaciones determinadas.

¿Cómo se desarrolla el juego simbólico? ¿Cuál es su evolución?

 

El juego simbólico comienza sobre los dos años, siendo un juego sencillo en el que se van produciendo cambios sustanciales a medida que el niño desarrolla su capacidad para imaginar y crear diversos contextos y situaciones.

En primer lugar, el niño empieza a practicar el “como si…” (como si durmiese, como si comiese, etc.) o proyecta estos actos en otros, como puede ser el oso de peluche (el oso duerme, el oso come, etc.).

Posteriormente, el símbolo es un poco más complejo y su imaginación va más allá cuando un objeto se convierte en otro: una piedra es un coche, o una cuchara es un avión. De este modo, el juego simbólico es cada vez más elaborado. Mediante combinaciones simbólicas (el osito va caminando hacia la escuela), combinaciones compensadoras (el niño juega a que come cosas que en realidad no puede comer), liquidadoras (imagina que va al médico) o combinaciones anticipatorias (el osito ha comido demasiado chocolate y ahora le duele la barriga), el niño puede expresarse libremente, transformando una situación estresante en otra a su gusto que le ayuda a sentirse mejor o incluso, a superar miedos.

Hacia los 3-4 años el juego simbólico empieza a ser mucho más colectivo, con construcciones mucho más complejas, simulacros donde intervienen diferentes personajes y donde los niños se atribuyen distintos roles llegando a hacer auténticas representaciones teatrales en sus espacios de recreo (por ejemplo: una familia que se va de vacaciones).

 

¿Qué capacidades se desarrollan con el juego simbólico?

 

A través del juego, los niños no sólo se divierten sino que aprenden, hacen e imaginan. Cada vez que usan un objeto para simbolizar que es otra cosa, o que alimentan muñecos o cualquier tipo de juego simbólico imaginativo, es mucho más que un simple entretenimiento. En este proceso se están construyendo capacidades esenciales en su desarrollo, las cuales son:

  • žCapacidades sociales y emocionales: el juego simbólico le permite al niño experimentar con diferentes roles sociales. A través del juego cooperativo aprende a esperar turnos, compartir responsabilidades y solucionar problemas. Cada vez que su hijo juega a ser diferentes personajes, experimenta el estar en el lugar de otra persona, lo cual desarrolla su sentido moral y de la empatía. De esta forma, con la maduración de estas capacidades, su hijo aprende a entender los sentimientos ajenos y también a desarrollar su autoestima descubriendo que puede ser o hacer cualquier cosa que imagine.

Para el niño, es muy estimulante y divertido inventar situaciones en las que puede hacer cosas que a menudo, en la vida real, resultan imposibles. Por ejemplo, jugar a ser bomberos o preparar una rica tarta en una cocina infantil le ayuda a comprender su entorno, a organizar sus conocimientos y desarrollar la memoria, atención, imaginación y creatividad. Además, es una estupenda arma socializadora, pues debe ponerse en la piel de otro personaje, tiene la oportunidad de empatizar con los sentimientos, emociones o roles de éstos y salir un ratito de su habitual “yo”.

  • žCapacidades del lenguaje: si presta atención cuando su hijo juega con sus juguetes, le escuchará decir numerosas frases y palabras nuevas e incluso encontrará sus palabras reflejadas en el juego del niño. Esto se debe a que el juego simbólico enseña al niño el poder del lenguaje y practica las palabras que hacen falta para organizar una situación y crear una historia.

 

Para dar de comer a un muñeco o acostarlo, debe repetir las frases que suelen enmarcar este tipo de situaciones, como “debes comértelo todo” o “es la hora de ir a la cama”. Si el niño empieza a expresar verbalmente lo que antes sólo expresaba con acciones, significa que ha empezado a jugar con las ideas, adelantando sus intenciones, historias, etc. De esta manera, alimenta así su imaginación y potencia y estimula del desarrollo del lenguaje.

  • žCapacidades del pensamiento: en sus situaciones de juego simbólico, el niño resuelve problemas constantemente, ya sea creando una historia en la que dos niños quieren representar al mismo personaje y deben solucionarlo o pensando con qué objeto representar un mueble de la casita de muñecas. Puede evocar un acontecimiento vivido que le haya impresionado, quizá revivir un aventura excitante, o sencillamente imitar a sus padres en cualquier situaciones cotidiana. 

En resumen, el juego simbólico ayuda al niño a comprender su entorno, a desarrollar su lenguaje e imaginación, a superar situaciones estresantes y a empatizar contribuyendo activamente en su desarrollo emocional. Por todo esto, deben dejar jugar a los niños, y a menudo, observar su juego, pues les proporcionará valiosas pistas sobre su pensamiento y sus preocupaciones. Jugar es una forma de aprendizaje muy importante que les conduce, finalmente, a formar su propio pensamiento.

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