Mutismo selectivo
¿Qué es el mutismo selectivo?
El mutismo selectivo es una dificultad que presentan algunos niños para comunicarse verbalmente en entornos y situaciones poco familiares y/o con personas poco conocidas, a pesar de que el niño tiene la capacidad del habla conservada. Esto quiere decir que los niños con mutismo selectivo presentan una competencia lingüística y comunicativa adecuada para su edad, la cual manifiestan habitualmente en el entorno familiar próximo, pero no lo hacen en otros ambientes y con otras personas menos conocidas.
¿Cuáles son sus características?
La principal característica del mutismo selectivo es la inhibición persistente del habla en situaciones sociales específicas, y su inicio se produce generalmente en los primeros años de vida, manifestándose en muchas ocasiones en la etapa de educación infantil.
Los niños que presentan mutismo selectivo suelen haber manifestado con anterioridad algún tipo de ansiedad ante situaciones sociales o han mostrado, en algún momento de su desarrollo, formas leves o moderadas de ansiedad de separación, timidez excesiva, aislamiento y retraimiento social, negativismo, tartamudeo, enuresis, conducta oposicionista o manipuladora en el hogar, etc.
Este problema de inhibición del habla puede prolongarse más allá de la edad de inicio si no se interviene correctamente, pues existen factores familiares que favorecen su mantenimiento, como un exceso de protección o acomodación de sistemas alternativos no verbales. Igualmente, una excesiva atención a estos comportamientos silenciosos por parte de los padres o algunos familiares pueden reforzar en el niño dichas conductas, ya que obtiene una gran atención. Esto puede ocurrir sobre todo cuando además existen circunstancias especiales de tipo afectivo, como puede ser la presencia de un hermano más pequeño (celos y necesidad de tener más protagonismo).
En definitiva, el mutismo selectivo es el resultado de la presencia de diferentes factores, empezando por una vulnerabilidad de tipo ansiógeno ante situaciones sociales pero también de factores afectivos, conductuales y familiares que podrían prolongar en el tiempo el trastorno. Por esta razón, ante cualquier sospecha, es conveniente que acudan a un especialista con el fin de realizar una detección precoz e inicio temprano del tratamiento.
¿Cuál es su tratamiento?
Una vez que el niño es diagnosticado de mutismo selectivo y se han definido los factores que predisponen, precipitan y refuerzan el comportamiento del mutismo; el niño debe comenzar una intervención que contemple los ámbitos personal, escolar y familiar-social. Esta intervención debe girar en torno a dos objetivos básicos: uno general que pretenda mejorar las condiciones personales y sociales del niño, el cual debe ser abordado a nivel psicopedagógico; y otro más específico que incida directamente en la interacción verbal, donde entra la figura del logopeda. El logopeda debe promover la necesidad del niño de comunicarse con diferentes personas y en diferentes entornos, restableciendo paulatinamente la comunicación verbal del niño e incrementando la interacción social.
¿Cómo pueden intervenir los padres?
Además de la intervención que llevan a cabo los distintos profesionales, es necesaria la implicación de los padres en el hogar, adoptando medidas que favorezcan el desarrollo sociopersonal del niño y estimulen su habla en las distintas situaciones de interacción verbal con otros.
Pautas y orientaciones para la familia
- Ofrecer al niño un ambiente de seguridad, comunicación, serenidad, comprensión y afecto. No juzgarle ni criticarle.
- Destacar los puntos fuertes del niño y reforzar con frecuencia las tareas y actividades que realiza bien.
- Eliminar o reducir las actitudes de sobreprotección.
- Fomentar la interacción del niño con compañeros, vecinos y amigos: participar en actividades extraescolares, acudir a parques infantiles, celebrar fiestas comunitarias, etc.
- Mantener una comunicación recíproca y continuada con la escuela para consensuar todas las medidas educativas e informar de los cambios producidos en el niño.
- Enseñar al niño formas adecuadas de iniciar y mantener interaciones verbales con otros (cómo saludar, cómo pedir jugar, cómo acercarse…), reforzando las aproximaciones verbales y no verbales que tenga hacia otras personas (tanto iguales como adultos).
- Reforzar el círculo de amigos que tiene el niño y ampliarlo progresivamente.
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