Cuando iniciar el tratamiento logopédico en niños

En ocasiones los padres y / o madres no entienden a sus hijos cuando hablan, ya que estos omiten algunos sonidos o los cambian por otros. Esta es una de las señales de alerta que pueden hacer sospechar a los padres y madres que su hijo / a presenta un retraso del habla o del lenguaje. En la mayoría de casos, estas dificultades se pueden alcanzar satisfactoriamente si se detectan a tiempo y interviene un logopeda. El logopeda es el profesional que se ocupa del diagnóstico y tratamiento de los trastornos que afectan al lenguaje, la voz, el habla y la deglución.

Desde que emiten las primeras palabras alrededor del año de edad, hasta que consiguen expresarse verbalmente sin ninguna dificultad, los niños desarrollan el lenguaje. Sin embargo, este no siempre evoluciona de forma adecuada y en la edad en que se ha de haber adquirido de forma completa, alrededor de los cinco años, se detectan síntomas y evidencias de desajustes o retrasos que necesitan la intervención directa de un especialista para resolverlos. Por lo tanto, es importante observar a los niños desde edades tempranas y ver cómo evoluciona su lenguaje, comprensión, habla, deglución y voz.

En este sentido, los logopedas apostamos por la intervención precoz o temprana con independencia de la edad del niño siempre que haya retrasos, porque esperar el momento de la adquisición de la lectura complica el pronóstico. Es recomendable no esperar que el tiempo lo corrija y acudir al logopeda para que haga una valoración y comience con la intervención.

Algunos de los síntomas o señales percibidas en niños entre 4 y 5 años que alertan sobre posibles dificultades que debe tratar un especialista de la logopedia son:

  • Habla infantilizada, difícil de comprender por el adulto.
  • El niño tiene un vocabulario reducido y tiende a utilizar un lenguaje telegráfico, con ausencia de artículos y pronombres.
  • Abusa de los gestos y la mímica para expresarse.
  • Omitir determinados fonemas que no sabe pronunciar ( «pato» por «zapato», «pato» por «plato»)
  • Sustituye unos fonemas por otros que le resultan más fáciles de pronunciar ( «tasa» por «casa»)
  • Distorsiona el lenguaje y da lugar a palabras ininteligibles.
  • Repite una sílaba o varias durante la emisión de una frase.
  • No sigue los temas de conversación.
  • Está ronquido con demasiada frecuencia.
  • Respira con la boca abierta.
  • Se registran cambios drásticos en su voz.

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